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El equilibrio entre ser generoso y egoísta

  • Sergio Belver
  • 4 ago 2016
  • 2 Min. de lectura

Tengo dudas serias muchas veces de por qué atraía tantas desilusiones con personas que quería y he descubierto, que muchas de ellas venían de mi mismo, que me dejaba llevar y me sumergía tanto que cuando algo no funcionaba me desorientaba en el laberinto de mi vida. Eso me ha pasado en varias ocasiones y creo que acumularé aún algunas más. Como lo he vivido os puedo dar consejos sobre cómo solucionarlo de alguna manera.

Bien, pues el problema viene de intentar solucionar todo aquello con lo que te quedas con mal sabor de boca. Fin, ya está. No vas a poder solucionar todo cuanto quieras, por mucho que te involucres en ello. Hay cosas que simplemente no tienen cambio, no se pueden arreglar. Suceden y ya está.

Debemos empezar a vivir por nosotros, y no para los demás, no sé si entendéis a lo que me refiero. Primero somos nosotros y luego ayudaremos. No obstante, a nivel de persona hay que ser algo más generoso que egoísta.

Es complicado vivir en esta sociedad, sin mostrar algo de lo que ella nos transmite. Tenemos que quedarnos solo con un 40% de esa negativa característica llamada egoísmo y que el otro 60% sea generosidad. Un 50/50 no crea una persona ni una sociedad sanas, y ya no hablo de humanidad porque en los últimos tiempos esa palabra parece no tener mucho sentido.

Hay que ser egoísta a la hora de mirar por nosotros mismos cuando haga falta de verdad. Cuando tengamos que decidir entre emprender nuestro futuro o seguir aferrados a algo que no nos deja avanzar, sea lo que sea. Es la decisión posiblemente más difícil que vas a tomar en tu vida y no será una, ni dos veces las que tengas que verte en una situación así.

Pero el resto de veces, lo que debes buscar es generoso, no solo a nivel de dar de lo que tienes si no a nivel de compañerismo y ayuda cuando alguien veas que lo necesita. Como escribí en otros posts, la gratitud es una de las bases fundamentales para encontrar la felicidad en el siglo XXI o eso pienso yo.

Hay experiencias que he vivido y de las que recuerdo más los momentos en los que he ayudado a alguien que en los que simplemente he trabajado con alguien. Y cuando han hecho conmigo lo mismo, sé que esas personas van a dejar huella en mi vida y van a estar ahí, de forma constante o intermitente, pero sé que estarán.

Porque la generosidad mueve montañas, pero siempre hay que ser egoísta a la hora de querernos a nosotros mismos primero, para no perdernos en este largo camino.

 
 
 

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