He aprendido a sonreír

Mira mamá, he aprendido a sonreír, no sabía cómo hacerlo, supongo que empecé a vivir. Y haciéndolo así, desde el corazón, he aprendido que las emociones siempre dominan a la razón. Estoy haciendo algún tipo de poesía, escribo prosa, soy un caos todos los días.

Ayer publicaba una pequeña inspiración poética que tuve, alejado de esta ciudad que me encanta por momentos y que detesto en muchos otros. He aprendido que las pequeñas cosas también cuentan, que los grandes detalles que te pueden marcar consisten en acciones muy pequeñas, la vida pasa y tienes que dejar huella.

Y las cicatrices que hoy tenemos, son las que conseguirán que en un futuro nos volvamos cuerdos, que vivamos con un objetivo, acorde a lo que pensamos y a lo que vivimos. Porque somos humanos, tenemos emociones y cada día que pasa nos haremos mejores; ahora en serio, le damos vueltas a la cabeza, buscamos opiniones de qué o cómo podemos vivir y no pensamos en que sólo debemos hacerlo. En eso consiste todo, en vivir y seguir, vivir y seguir.

Aprendamos con el tiempo que las heridas son solo producto de recuerdos. Que si tenemos que mentir o perdonar, pensemos siempre en lo que vendrá detrás. Y ya está, siéntate a disfrutar de una película o una serie que te llene, que te transmita algo, que importe o que al menos te aporte algo. Dejemos de ver aquello que solo entretiene, y empecemos a creer en vivir en el presente.

Porque es tu momento, en el que das las gracias, y asientes cada vez que cumples un sueño. Y por tenerte, debes sentirte experto de cómo la vida te regala, un minuto de silencio, en el que puedes pensar y valorar todo aquello que tuviste y que tienes, y un día, para alguien serás especial.