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No es siempre tu culpa

  • Sergio Belver
  • 16 ago 2016
  • 2 Min. de lectura

El post de hoy es más una recomendación que puedo dar puesto que lo he vivido a menudo antes que una entrada de blog. Tengo bastante experiencia y sé de lo que hablo porque mucha gente ha hecho que cayese sobre mí la ira de no conseguir algo o de discutir con otra persona. Siempre me ha gustado escuchar y muchas veces por ello he acabado siendo el que me llevaba malas contestaciones cuando sólo quería ayudar.

Son bastante habituales los momentos de nuestra vida en los que nos toca consolar a alguien por una ruptura amorosa o la toma de una decisión de la que no se siente muy orgulloso. Es tan típico que incluso lo podríamos llamar hábito. No debería de ser así, porque si una persona intenta ayudarte no tienes que pagar tu rabia con el/ella. Pero como somos humanos, eso no se puede llegar nunca a controlar del todo supongo.

Pero lo que se trata en este post es de que entiendas que todas estas desilusiones o malos ratos no siempre van a depender de lo que hayas hecho tú, de las decisiones que hayas tomado o de las personas que hayas elegido a la hora de compartir tu vida. Tiene que ver más con entender que muchas veces no somos nosotros los que tenemos la culpa de algo, si no que ese algo apareció de repente y no lo podemos cambiar, es algo jodido de entender pero es así. Hay vivencias que aparecen por azar y resuelven de la misma manera sin que puedas ni siquiera intentar intervenir en algún punto del camino.

Hay varios ejemplos (rupturas, no conseguir un trabajo, perder el contacto con alguien...) y no siempre van a depender de un factor humano. Si quieres mantener a una persona, la otra persona también necesitas saber que quiere lo mismo, que no se acomode y que te intente sorprender cada día. Si una persona se conforma y se estabiliza está dando lugar a algo sin la vida que tenía antes y eso es lo que supone tomar una decisión porque necesitas recuperarlo o bien dejarlo. Tenemos que tener claro hacia dónde avanzamos, pero no establecer el sitio exacto donde queremos ir porque con eso no conseguimos absolutamente nada. En relación a esto, mi antiguo post sobre tener siempre un plan B cuando el A falla, tiene mucha relación.

Me encuentro en una fase de mi vida en la que me siento querido. Sigo notando algo de vacío, pero supongo que porque no estoy acostumbrado a las nuevas sensaciones que estoy sintiendo últimamente. Pero me quedo con mi yo del presente, con las decisiones que tomé y obvio que me arrepiento de ciertas cosas, pero no las puedo cambiar ni tengo intención porque me han guiado hasta donde estoy ahora.

Creo que me echaba la culpa, de lo que no la tenía y hasta que no aprendí que hay situaciones en tu vida en las que nadie tiene la culpa salvo el tiempo, no avancé hacia delante mirando con la cabeza alta de frente hacia lo que me había prometido conseguir algún día.


 
 
 

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